Algunas veces eché de menos ciertas cosas (el anuario del colegio cuando salí de IV Medio o algún VHS antiguo), pero como que las di por perdidas. Hasta que nos pusimos de acuerdo en el trabajo para compartir nuestras fotos del anuario y otras que mostraran el "pasado oscuro" (típicas fotos de cabras chicas con las ropas ochenteras y noventeras, peinados freak, la fiesta de graduación, etc.). Ahí me obsesioné (creo que en posts recientes ha relucido mi faceta poco obsesiva, ¿no?) y empecé a buscar.
En el último rincón de mi casa -obviamente- encontré lo que estaba buscando y me di cuenta de que ahí, empolvados y totalmente expuestos a la humedad, se hallaban todos mis recuerdos de adolescencia: fotos, cuadernos, cartas (recibidas y escritas), además de la carpeta que me entregaron en el colegio al salir de cuarto con todos mis informes de personalidad, de prekinder a cuarto medio.
Entre medio del polvo, pude rescatar algunas de las cosas que escribía en papeles sueltos y reuní en una carpeta plastificada: reflexiones, poemas, intentos de cuentos, cartas con destinatarios, pero hechas sólo para desahogarme. Y creo que si mis papás no gastaron plata en sicólogos para mí fue porque la terapia la hacía yo misma a través de mis escritos (que me daría una vergüenza horrible si alguien los lee).
Es increíble cómo los recuerdos se plasman en variados formatos: fotos, videos, cartas, mails, blogs, canciones, lugares, olores y las historias que se cuentan. Y yo soy memoriona: me encanta acordarme de las vivencias -tristes o alegres-, revisar fotos antiguas, escuchar canciones que alguna vez significaron algo y leer diarios de vida o cuadernos de años anteriores. Este fin de semana voy a ordenar todo nuevamente, y a sentarme a leer. A ver si sale algún post de eso.
¿Cómo guardan ustedes sus recuerdos?
Update: ¡Tenemos iglesia para el matrimonio! Yipiiiii!!!!