He empezado como cinco veces a escribir este post y todavía no doy con lo que quiero. Es que se ve tan lejano todo eso del viaje... y eso que han pasado tres días desde que volví.
Partí el sábado con más o menos dos horas de retraso en un avión de una línea aérea que nadie conocía y que tenía tripulación eslava, que no hablaba ni inglés ni español, freak. Me fui sentada al lado de la ventana, mirando la cordillera, el mar al llegar, lindo. Una vez en el aeropuerto de Carrasco, Montevideo, nos reunimos todo el grupo (éramos aproximadamente 30 personas, entre periodistas, camarógrafos, fotógrafos, productores y la gente de la agencia) para partir a Piriápolis, un balneario que queda a una hora de Punta del Este, donde pasaríamos la noche. Cuando llegamos al hotel donde alojaríamos, nos distribuyeron en las piezas. Me tocó con una chica de Primer Plano, Paula, muy buena onda ella y todo su equipo también.
Nos instalamos y luego salimos a comer una paella gigante en un evento de la ciudad donde estaba hasta el intendente. Estábamos tan cansados que nos fuimos a acostar. Yo ya estaba sintiendo los síntomas del enorme resfrío que traje de Santiago, con tos y romadizo y pérdida de la voz... mal. Al día siguiente, después del desayuno (no sé por qué nunca puedo disfrutar los desayunos buffet: siempre amanezco con el estómago encogido), nos subieron a todos a un bus para conocer Piriápolis.... una linda ciudad, pero que puede ser perjudicada por el afán de su gente de promocionarla... Con decir que homologaron a su fundador (Francisco Piria) con ¡Harry Potter! Oh, my god!
Luego llegamos a Punta del Este: qué lindo balneario!! Y el hotel en el que nos quedamos... Cinco estrellas. Recorrimos las instalaciones: el casino, las suites, y almorzamos. Luego, el shock. Después de haber hablado con el Cri, fui a los computadores a revisar mi mail con otro colega. Llegó otro de los viajeros y dice: "Me acaban de decir que murió Pinochet". ¿¿¡¡QUÉÉÉÉ!!?? A revisar los portales chilenos y, claro, Pinochet acababa de morir. Salí del PC a llamar a Chile: mi mamá no sabía porque estaba armando el árbol de Navidad y en el diario (sí, llamé a la pega desde Uruguay) estaban locos. Subí a ver la tele y justo estaban dando el parte médico. Shock.
Pero había que seguir: fuimos en lancha a isla Gorreti, volvimos, y dimos un paseo por las playas y al hotel. Luego de una cena frugal (muy mala), partimos al carrete dominguero.. ¡¡¡¡uuhhhh!!!!
Al día siguiente: piscina, sol, piscina, sol, almuerzo, paseo por el centro, compras. Al atardecer, la puesta de sol en Casa Pueblo (hermoso, sobrecogedor) y comida de despedida. Carrete nocturno, tos, y dos horas de sueño.
El martes partimos como a las 9 am al aeropuerto, duty free y al avión. Menos mal era un Pluna, más grande y con tripulación españoparlante. Y, aterrizaje forzoso... no tuve tiempo ni de desempacar cuando tuve que ir al diario. Totalmente desenchufada, resfriada y cansada.
El periodismo es un apostolado.
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"Puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo" (versión libre de la frase de Voltaire)