lunes, enero 17, 2011

Soltar y agarrar

Cuando niña, en septiembre me gustaba ir al río. Era imposible bañarse porque la corriente era feroz. Me gustaba tirar hojas y ver cómo se iban con rapidez río abajo. No pasaba lo mismo cuando era verano y me bañaba en sus aguas. La corriente seguía igual de traicionera, y muchas veces tuve que nadar tras mis chalas que se iban con la corriente. Más de alguna vez no logré alcanzarlas.

No es fácil dejar ir. Soltar todo y largarse, como dice Silvio Rodríguez. Porque estamos acostumbrados a lo seguro, a lo cierto, a lo fácil. Siempre culpamos al tiempo, a las circunstancias, a la distancia. Pero no nos damos cuenta de que nosotros somos los que cambiamos. Es triste darse cuenta de que ya no perteneces a un lugar. De que ciertas personas ya no son parte de tu hoy, sino que de tu ayer. Duele, porque no siempre tú lo quisiste así. Pero así se dieron las cosas.

Más que añorar la chala que se perdió en el río, hay que cuidar la que quedó en la mano. Y volver a ver las hojas flotando río abajo con agrado. Y, sobre todo, abrirle las puertas a la Existencia que siempre tiene formas de sorprendernos. Hay que disfrutar lo que tenemos, cuidarlo, compartirlo. Lo que no nos pertenece, es mejor dejarlo ir.

Y hoy decidí soltar.

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"Puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo" (versión libre de la frase de Voltaire)