miércoles, marzo 31, 2010

Flor de loto


Original aquí

Idea sacada de acá

miércoles, marzo 17, 2010

A ti, anónim@

A ti, que hablas sin conocerme.
A ti, que causaste más de un problema en mi vida sin siquiera estar en ella.
A ti, que vives criticando lo que hace o no hace el resto sin mirarte por dentro primero.
A ti, que tienes un ego del porte de una catedral sólo para proteger un interior turbio y pobre.
A ti, que no dices las cosas a la cara y te escondes detrás de una foto.
A ti, que pucha que le debes tener ganas.
A ti, que creo que tu conciencia no te alcanza a decir lo mal que has actuado.
A ti, que no debes conocer el arrepentimiento.

Te dedico estas palabras de desahogo.
Porque estoy harta de saber que sigues haciendo lo mismo.
No mereces que te encare.
No mereces que te diga nada a la cara.
Porque sé que no serás capaz de mantener la mirada.
Porque la maldad nunca, nunca, le gana a la verdad.

domingo, marzo 07, 2010

Políticamente incorrecta

Terremoto = Sacudida del terreno, ocasionada por fuerzas que actúan en lo interior del globo (www.rae.es).

El sábado 27 de febrero, a las 3:34 de la madrugada, un sismo grado 8,8 Richter sacudió (siguiendo el concepto de la RAE) la zona central de mi país, Chile. Millones de personas sentimos, con diferente intensidad, cómo se movían los cimientos de nuestras casas, algunas vieron caer sus viviendas, otros observaron carreteras partidas en dos. Muchos deben haberse encomendado a Dios en esos momentos, otros quizás no tuvieron tiempo de hacerlo, y debe haber varios que ni siquieran se acordaron. Algunos recordaron a sus seres queridos que estaban lejos, otros los olvidaron aún más. Y minutos después, una ola arrasó con todo lo que encontró en la costa del Maule y el Biobío, dejando nada más que destrucción, desolación y abandono.
Yo lo pasé de pie bajo el umbral de una puerta, en un departamento en un tercer piso. Escuchaba gritos de personas que no podían controlar su temor, y sentía cómo se movía el muro al que me aferraba. Dentro de la casa, caían unas cosas y lo que empezó como un temblor, para mí ya era un terremoto; por la intensidad y también porque no terminaba nunca. Se cortó la luz e hice lo que no hacía hace meses: rezar. No sé por qué empecé a recitar "avemarías" como un robot. Quizás para esperar que pasara el movimiento y tranquilizarme.
Terminó. A oscuras. Saqué mi teléfono y llamé a mi mamá. Nada. Cero conexión. Saqué el Mp4 de mi bolso y sintonicé la 93.3 FM y la noticia estaba clarísima: terremoto. Me preocupaba mi mamá: vive en un piso 9 y sabía que ella estaba aún más preocupada por mí. Nada. Al mismo tiempo pensé en los que temen a los terremotos y quizás estaban pasándolo mal. Nada.
Me fui a dormir (estaba agotada: salí a las 2 AM del trabajo por "culpa" de Arjona) y a las 5 sonó mi celular: "Papá". Quería saber si estaba bien. Al minuto, de nuevo: "Mamá". Iba a verme, y al saber que estaba bien, se tranquilizó. Ella no lo pasó muy bien: se cayeron muchas cosas y la desalojaron del departamento por esa noche.
Los días siguientes fueron terribles: mucha destrucción, mucho dolor, en la tele, los diarios. Gente saqueando supermercados, incendiando locales, ayuda que no llegaba, autoridades que no daban la cara. Afortunadamente, esta situación de caos se fue tranquilizando (en la medida de lo posible) y fue así como llegamos al viernes 5 de marzo: el día de la campaña "Chile ayuda a Chile".
Y ahora empieza la parte que da título a este post. Dos regiones de nuestro país están en el suelo. Se necesitan miles de millones de dólares para reconstruir lo que se cayó en dos minutos. Se necesita el trabajo de millones de chilenos para levantar el país. Y estoy hablando sólo de lo estructural, lo físico. Porque, como dijo el sacerdote jesuita Felipe Berríos, este terremoto dejó enormes grietas sociales. Nos demostró que en nuestro país existe un grupo de personas que no se siente parte de la sociedad y aprovechó el desastre para manifestar su descontento saqueando. Sacó a la luz lo dependientes que somos de las comunicaciones, de estar "conectados", y la angustia que sentimos al no estarlo.
Y la campaña del fin de semana dejó en claro que podemos sanarnos: logramos unirnos como país y duplicar la meta: $30 mil millones. Lo que más valoro de esta campaña es, repito, la unidad: todos los canales de TV transmitieron en conjunto, 4 fundaciones unieron sus fuerzas (Hogar de Cristo, Un Techo para Chile, Fundación para la Superación de la Pobreza, Caritas y Teletón), dos bancos que compiten entre sí, empresarios, políticos. La presidenta Michelle Bachelet (que deja el mando este jueves 11) al lado del presidente electo Sebastián Piñera cantando el himno nacional es una imagen cliché, sí, pero valiosa desde todos los puntos de vista.
¿Estoy siendo muy políticamente correcta? Hasta ahora, sí. Cuando nos enfrentamos a una tragedia nacional somos muy solidarios, pero ¿qué pasa cuando los terremotos son personales, cuando las "sacudidas de terreno" surgen por fuerzas que actúan al interior de uno mismo? ¿Estamos tan atentos y dispuestos a ayudar al que está al lado, igual de terremoteado que nuestro querido país? ¿Nos damos cuenta? Me atrevería a decir que no.
Y lamentablemente, los terremotos internos son casi tan devastadores como los geológicos. El problema es que los daños no se ven. No siempre. ¿Somos solidarios con la persona que nos atiende en el banco, con quien limpia nuestros escritorios? ¿Entramos con una sonrisa a un ascensor, miramos al cantante que pasa pidiendo propina en la micro aunque no queramos darle nada, respondemos cuando nos dicen "gracias" o "buenos días"? Ésta es la falta de solidaridad que genera las grietas sociales que mencionó Berríos. Puede que la familia Luksic (por poner un ejemplo) haya donado mil millones de pesos para reconstruir Chile, pero ¿sabemos si le paga sueldos justos a sus trabajadores? ¿Si el gerente, el subgerente, sabe cuántos hijos tiene su secretaria o si su asistente tiene problemas personales? No estoy hablando de "anónimos", estoy hablando de preocuparnos por los que nos rodean, aunque no los conozcamos. Eso no se cura con dinero.
Sí, somos un ejemplo de solidaridad. Y estoy orgullosísima de ello. Pero todo queda en nada si no somos capaces de reconstruirnos como sociedad. De ser solidarios con el que tenemos al lado, de reconciliarnos con quien tenemos diferencias, de aceptar nuestras falencias y arreglarlas, como arreglamos nuestras casas. De ser mejores. De eso se trata esto.

viernes, marzo 05, 2010

Semana de locos

A las 3:34 de la madrugada de mañana, sábado 6 de marzo, se cumple una semana del terremoto que sufrió la zona central de Chile, dejando casi 300 muertos (confirmados), miles de desaparecidos y daños avaluados en 3 mil dólares.
Han sido días duros para mi país, para las autoridades, para los damnificados, para periodistas y para todos.
El post que antecede a éste trataba sobre la importancia que tiene para mí como profesional la rigurosidad y la vergüenza que siento cuando esto ocurre. Pero me estaba debiendo un post en el que me sintiera orgullosa por el trabajo que hago.
Los dejo con la portada de Publimetro del martes 02 de marzo, quizás el día más difícil post-terremoto, que fue cuando en Concepción (centro de la catástrofe) se llenó de saqueos y de violencia, y los militares tuvieron que salir a la calle. Esta portada fue muy bien aceptada, por lo esperanzadora y no sensacionalista. Ojalá piensen igual. Se hace lo que se puede.
Y, bueno, el tema también en El Ojo del Medio.